![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiHNjRVMuiGGU7pzhqHL3dZB-ZNJDN6FalSfceHnXojIq8uNuNr_2s3ckqogAb-M3S1-4ZftLD9scwuIqfuonXlQ0HytC4QZh8vVDy8vnJkMSh2JWZtbwo83bG0uPhREWYnf9ZmlU7-ww/s400/timpano.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjeKYpAHiiWDcuPDLpxAR4hTllAkhhmo0poIVr4WNPku1MEdbRUTG57Kr3_s8mKlTr0mnqQD7y8DvhifLRqWMf94sdIqPoiUDz5-IyF-pcq9rYUqoVEqRs4K-tGoYzXmJXnSn_LiBschsE/s400/ear.jpg)
Las "resonancias" de esta frase no dejan de inquietarme: he tenido una ruptura en mi oído interno. Como si a fuerza de no escucharme se hubiera generado una infección, tal vez producida por las muchas emociones e ideas que nunca llegaron a su destino (venían de mi hacia mi). Así, un día sin más, esta aglomeración decidió buscar una salida (ya que no podía entrar). Y explotó, llevándose de paso mi tímpano.
Sin embargo debo decir que ha sido bueno lo que ha pasado. El ritmo se ha detenido de tal manera que ahora -por fin!- puedo escucharme.
En medio del dolor y la sordera hacia el mundo de afuera, un agujero en mi tímpano me ha permitido conectar lo que estaba separado: a mi de mi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Cómo lo ves...?